Me uno a las felicitaciones para Lourdes, por haber tenido la idea y creado el blog de Quintanilla. Con él, todos podemos sentirnos más cerca. Gracias también a cuantas personas aportan su “granito de arena” con recuerdos tan entrañables y comentarios.
Como todos vosotros, siento un gran cariño por la tierra donde nací. De ahí, que, hace algunos años, escribí y dedique a mi pueblo el poema que viene a continuación.
AÑORANZAS (Dedicado al pueblo donde nací,
Quintanilla de Onsoña)
Hoy, quiero cantarle a tus recuerdos,
¡raíces de mi tierra!.
Tan metidos en mi misma.
¡Cuánto tiempo pasado, aunque está cerca!.
Pequeño mundo, pequeña tierra,
muy pequeña…
Amiga mía, aunque no lo sepas.
Senderos ocres, hilos de niebla.
arroyos arrugados
soñando en paz desde hace años,
pues murió vuestra vida
para dar vida nueva.
Remanso de tus casas serenas.
Nostalgia de pasado.
Camino sin asfalto, sin dureza…
Tus fuentes cristalinas,
¿dónde fueron que no encuentro su senda?.
Reguero que se oculta
donde nadie pudo dar una vuelta.
Poneros a la vista, amigas mías,
sois hijas de la vida y vais con ella.
No os metáis en el lodo
que se borran las huellas…
Son tantos tus recuerdos
que el presente reclama su existencia…
Alfombra era tu manto
de arco iris de hierba…
Ya no se ven retazos de colores,
o, se ven menos, unieron vuestras tierras,
dieron las veinte en una
más lejos o más cerca.
Ha cambiado la imagen de tu campo,
¡pero es la misma tierra!.
Un poco más gastada
a fuerza de pasar años por ella,
a fuerza de dar frutos,
como madre cuidando de sus hijos,
cansada y mucho más serena.
Mirando al horizonte
por ver si encuentra nubes de maná,
en vez de niebla.
Son muchos los recuerdos,
tierra mía,
se agolpan en mi mente,
quieren pasar despacio
por la puerta del sentir
en la noche de esperanza llena…
Incansable desorden de armonía me desborda.
Yo no busco la magia del pretérito
que acaeció en una época,
es ella, que, incesante,
me descubre la infinita belleza
de aquello que no vuelve,
de aquello que divaga
en el espacio de lo que era…
Pero todo regresa de algún modo,
nada muere para siempre
si en el alma dormita alguna siembra…
Sendero de recuerdos.
Emblema de mi meta,
al serlo de la partida primera.
No olvides que, a lo lejos te divisa
la mirada incesante de tu huella,
la dejaste marcada para siempre,
y, el amor que la diste,
en la distancia, acerca.
Quiero volver a la casa de mis padres,
donde tantos nacimos, ¡siempre llena!.
Si viven sus paredes, a su lado,
y si no,
al amparo de su sombra,
viviente en la reliquia de mis venas,
juntando el pasado y el presente
sin perderme en la luz ni en las tinieblas.
El puñado de tierra donde naces,
es tu cuna, que jamás se quiebra.
Al final de mis días,
yo quisiera
poder volver a mi cuna eterna,
abrazarme a esa tierra bienhechora
que no olvidé jamás,
y que nadie me aparte de su senda,
para poder rendirle mil honores,
pues, a través de los años,
como madre que es,
me llama, me busca y me espera…
Mª Consuelo Relea Bores.